Sé lo que estás pensando

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¿Recuerdas las fantasías que tuviste de niño en las que te creías capaz de hacer aquellas cosas imposibles que siempre hubieras querido poder realizar? No te preocupes –pues esta columna no se ha convertido en una sección de terapia–, pero tengo interés en saber si compartimos alguna que otra fantasía. Recuerdo tres de estas fantasías y, recientemente, consideré la posibilidad de que alguna de ellas pudiera ser de utilidad en el mundo adulto de los organizadores profesionales de eventos y reuniones.

Con lo primero que fantaseé fue poder volverme invisible –sueño basado en el deseo inocente de un niño de ocho años, que quería robar galletas caseras de la cocina–; no obstante, para ser franco, las fantasías que tengo ahora son algo menos inocentes. Así que, basándonos en esto (y en el hecho de que la investigación sobre las ventajas profesionales de la invisibilidad no se ajusta enteramente a los directrices editoriales de One+), dejémoslo por ahora.

Mi segunda fantasía consistía en poder volar. Aún recuerdo corriendo a toda pastilla, mientras batía los brazos, y quedándome genuinamente desconcertado cuando no despegaba hacia las ramas más altas del majestuoso roble que había al fondo del jardín. Y si animara a los lectores a hacerlo, aunque sería tremendamente útil poder pedirles a los delegados que vuelen en plan Superman a las reuniones –con lo que ganarían el derecho de añadir la certificación DVH (dominio del vuelo humano) en sus currículos–, correría el riesgo de perder la calidad de socio de MPI por motivos de salud mental.

Mi última fantasía fue poder anticipar sucesos o leer los pensamientos de la gente de alguna forma, y a menudo intentaba predecir la siguiente canción en la radio, adivinar una carta que cogía al azar de la baraja, o profetizar el número en el que estaba pensando mi hermana.

Pero, después de haber visto recientemente una cartelera anunciando la conferencia anual de la Asociación Nacional de Psíquicos, he de reconocer algo de escepticismo en cuanto al poder psíquico. El hecho de que el anuncio incluía la fecha y la hora del evento me dejó algo perplejo. Sin lugar a dudas habría bastado con poner: “Conferencia psíquica. Ustedes saben dónde y cuándo”. Me da la impresión que también eres escéptico con respecto al poder psíquico, así que me centraré en la adivinación de los pensamientos.

Ahora bien, entiendo que si quieres clasificar la lectura de los pensamientos en el mismo saco de “sueños imposibles” que la invisibilidad o el vuelo humano, a no ser que sepas algo que yo ignoro –en tal caso deberías contárselo a un científico cuanto antes y jubilarte con los millones que ganaras–, la primera habilidad es la única que utilizamos a diario y, de hecho, podemos desarrollar.

Consideremos lo siguiente: ¿Alguna vez has desconfiado de alguien que rehúsa el contacto ocular, has afirmado que alguien tiene una sonrisa falsa o, a los 20 minutos de haber empezado una cita con cena –una situación que me es demasiado familiar– has sentido que tu compañero o compañera prefería haberse quedado a solas en casa viendo Betty la fea?

De hecho, conscientemente o de otro modo, nunca dejamos de jugar a las adivinanzas o de leer los pensamientos de otras personas, y tampoco necesitamos afirmar tener poderes especiales para hacerlo. Mucho de lo que hacen los adivinadores de los pensamientos es simplemente el resultado de años de práctica.

Malcolm Gladwell repasa el trabajo de dos fascinantes psicólogos, Paul Ekman and Wallace Friesen, en su libro récord de ventas sobre el pensamiento humano titulado Blink. Ekman y Wallace catalogaron 3.000 experiencias faciales diferentes que, por lo que se ve, revelan ciertas emociones, indiferentemente del género o la cultura. Gladwell cita también un ejemplo de un científico que afirma ser capaz de predecir el éxito de un matrimonio, después de haber visto interactuar a la pareja durante tan solo 15 minutos. Si a esto se suma el hecho de que, según los profesionales que trabajan en el campo de la programación neurolingüística (PNL), los movimientos oculares, el lenguaje y la fisiología de alguien te revelan todo lo que necesitas saber sobre su estado de ánimo, me extraña que necesitemos seguir preguntándole cosas a la gente, sea cual sea la situación.

Por supuesto no es tan sencillo, pero la idea de que algunos de nosotros podemos de veras desarrollar la capacidad de adivinar lo que piensan otras personas parece admirable y una herramienta de trabajo muy útil que se nos debe enseñar a manejar. Hay muchos cursos de formación, pero no encontrarás las palabras “percepción extrasensorial” o “lectura de pensamientos” en sus títulos. En su lugar, investiga sobre cursos de lenguaje corporal, fisiología o incluso elementos de PNL.

Contactadme con nuestros comentarios y/o sugerencias; mientras tanto voy a combinar un poco de positividad con poder psíquico para hacer una predicción: ¡Vuestra próxima reunión va a ser fantástica!

JON BRADSHAW es conferenciante y formador internacional, especializado en una variedad de temas relacionados con el campo de la conducta y el rendimiento humanos. Es también director de desarrollo comercial de IMEX, la exposición europea del sector de congresos y reuniones. Para contactar con él, envíale un correo electrónico a www.equinoxmotivation.com.

Publicado
27/10/2009