El exquisito brillo de los vinos australianos en el mundo

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Hace apenas quince años, los vinos de Australia eran auténticos desconocidos más allá del continente austral. Hoy el panorama es bien distinto. Los caldos de nuestras antípodas han logrado hacerse un hueco entre las referencias más destacadas de las modernas e innovadoras formas de elaboración del Nuevo Mundo, sobre todo en los mercados de habla inglesa. Sin vides autóctonas, el señorío y nobleza de los grandes vinos del país proceden en gran medida de los propios orígenes de sus cepas importadas del resto del mundo.

Fueron los colonos británicos los primeros en asentarse en el Valle de Barossa, ficha clave del prestigio de los vinos australianos, a principios del siglo XIX. Allí las clases acomodadas inglesas mantenían las costumbres de su elegante estilo de vida europeo: practicaban la caza del zorro, la equitación y, por supuesto, gustaban de la buena mesa y disfrutaban agasajando a sus amistades con los mejores caldos de Burdeos. Sin embargo, los vinos del Viejo Continente sufrían demasiado en las largas travesías marítimas que podían llegar a durar meses.

Ante tales circunstancias, la mejor solución fue en ese momento elaborar su propio vino y, casi sin darse cuenta, el mejor legado posible, pues estas históricas parcelas de retorcidas vides aún perviven (jamás conocieron la dramática filoxera) y de ellas se obtienen vinos sumamente cotizados, precisamente por los sabores que encierran. Buena muestra de ello son los caldos de Everton, Gran Burge, Henschke, Meter Lehmann, Rockford, St. Hallet o The Willows.

El periodo que abarca desde 1993 a 2003 se considera en nuestras antípodas ‘la década prodigiosa del vino’. A lo largo de estos diez años, el área de viñedos explotados y la producción de uva se duplicaron y, por primera vez en su historia, las exportaciones superaron el conjunto del consumo interno.

El sector vitivinícola australiano ha ganado gran peso y prestigio internacional, con lo que hoy es posible encontrar vinos con el sello australiano de calidad casi en cualquier rincón del planeta, a pesar de que aún está lejos de competir en términos de producción mundial. Sin embargo, en el sector tienen entre sus objetivos convertirse en 2025 en líderes del mercado mundial del vino, no sólo como los mayores productores, sino también los más influyentes y prósperos. Y para ello cuentan con numerosas ventajas como la carencia de unas Denominaciones de Origen al modo europeo, que les permiten adaptarse al mercado con gran rapidez, bajo el único control de sus zonas geográficas. Esta libertad es la que permite que los viticultores australianos mezclen las uvas de diferentes zonas del país de forma que los europeos más puristas se rasgarían las vestiduras, pero que sin embargo producen excelentes resultados.

Los bajos costes de producción y elevados rendimientos de sus viñas han dado lugar, junto a un innovador uso de la tecnología y un marketing sencillo y directo que les permite que la información en sus etiquetas se limite a indicar la añada, bodega, región y tipo de uva utilizada, han supuesto un gran éxito en países como Reino Unido, donde los vinos australianos disputan a Francia su liderazgo en las preferencias británicas. Pero además de los británicos, los consumidores de EEUU y Canadá, Alemania y los países nórdicos, prestan cada vez más atención a estos caldos, de incipiente presencia en los mercados asiáticos de China y Japón, Malasia o Tailandia, entre otros muchos países del mundo.

Pero, a pesar de que su magnífica relación calidad-precio es la más destacada de sus distinciones, en Australia se ha sabido privilegiar adecuadamente los vinos de máxima calidad, lo que se traduce en la difusión de algunos caldos de inevitable cita entre los de más alta gama, como Penfolds Grange, un caldo muy demandado que supera los 300 euros por botella, Grange Hermitage, el símbolo de los viñedos de producción continua más antiguos del mundo, Dalwhinnie, muestra de los mejores pinot noir de Los Pyrenees, o los inigualables resultados obtenidos por los premium Rosemount Estate. Por todos ellos, al igual que por emblemáticas marcas como Jacob’s Creek, Nottage Hill o Lindeman´s, es por las que los caldos australianos son tan apreciados en los mercados internacionales y Australia ha sido la revelación de la mayoría de los certámenes vinícolas de los últimos años.

Publicado
01/03/2009