¡Vuélvete hipocresía; todo está perdonado!

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Hace algunos años, cuando EuroDisney estaba todavía en ciernes, los medios europeos –que siempre habían resentido esta incursión americana en el corazón de Europa– decidieron despedazar la organización.

Aunque estamos acostumbrados a ello, ver los periódicos y la televisión uniéndose contra una víctima nunca es un espectáculo edificante y, en este caso, sentí que era innecesario que los medios fueran tan cínicamente menospreciadores de una empresa que buscaba principalmente inyectar un poco de diversión en un mundo bastante triste. (No es que París sea triste, me apresuro a añadir.)

El problema reside en el papel que los medios creen que les toca desempeñar en la sociedad. La responsabilidad tradicional del periodista de informar ha dado paso al deber percibido de “revelar”, “destapar” y “poner al descubierto” los hechos. Desafortunadamente, hay personas que confunden la ilusión inofensiva con la conspiración.

Parecía que los medios despreciaban la falsedad del espejismo de EuroDisney (ahora Disneyland Paris), y por lo tanto conspiraron para destaparlo. Pero no necesitábamos que se nos dijera que la sonrisa Disney fuera creada para nuestro beneficio, que la melosa bienvenida y la hábil presentación se hubieran ideado con esmero… lo sabíamos de sobra… y nos gustaba así. Lo que también explica el fenomenal éxito de Las Vegas.

Nosotros los profesionales del sector de congresos y reuniones aceptamos hace mucho tiempo que la fantasía tiene un papel muy real e importante que desempeñar en nuestra vida profesional. Aprendimos de esos maestros de la disimulación, los hoteleros, que la hipocresía lubrica la maquinaria de la hospitalidad, que nuestros delegados esperan un toque de teatralidad y que les gusta la charada. Todo el mundo sabe que un buen hotel es como el cisne proverbial; la serenidad es superficial. No queremos que se nos recuerde que reina el caos en la cocina, que el servicio de limpieza pone los pelos de punta y que el ambiente en recepción es una olla a presión.

Disfrutamos en secreto del hecho de que los directores de hotel se visten como Jeeves y afectan un aire y unos modales anticuados. El disfraz es importante cuando se interpreta un papel. Y el guión es familiarmente reconfortante también.

“¿Se encuentra todo a su satisfacción, señor?” “¿Me permite recomendarle los huevos de codorniz Vesuvio, señor?” Todos sabemos lo que quiere decir. “Hemos pedido demasiados huevos de codorniz, que no están en su mejor momento y, por lo tanto, vienen ahogados en salsa picante”. Pero no le aguamos la fiesta con comentarios indiscretos.

Desde luego es relativo el término “fresco” cuando se aplica a la macedonia de frutas y se han diseñado los menús para impresionar y no para instruir. No esperamos menos… y personalmente me da lo mismo si la jefa de recepción tiene la mente en otros quehaceres cuando me dice, “Disfrute de su estancia”.

A algunas personas quizá les guste saber que “los miembros de nuestro personal hablan cinco idiomas.” Tú y yo sabemos que esto quiere decir que las camareras son filipinas, los recepcionistas nicaragüenses, uno de los asistentes del chef de partida habla esquimal y el asistente del mozo habla perfectamente…bueno, es de Louisiana. Puede que sea difícil encontrar a alguien que hable inglés, pero no decimos nada al respecto.

Y ¿qué hay de los folletos (o los sitios web)?

Los folletos (y los sitios web) forman una parte intrínseca del país de las maravillas en el que animamos a los hoteleros que conviertan sus productos. Solamente los congénitamente ingenuos se lo tragan. En la página 3 hay una foto de una pareja relajándose cohibidamente en una habitación. Los perspicaces notarán que son el subgerente (en ropa de calle) y la recepcionista con las mejores piernas. En la página 5 hay otra imagen de ellos en el restaurante, saboreando un plato de langosta termidor. Y luego (¡sorpresa! ¡sorpresa!), la chica, envuelta seductoramente en una toalla, reaparece en la página 9 en la sauna. ¡Larga vida a la fantasía! El sector hotelero la ha dominado y los organizadores de reuniones deben apreciarlo.

En estos tiempos difíciles es demasiado fácil para los cabezotas del departamento de compras extraer la diversión de los eventos con el fin de ahorrar unos peniques. Se les deben disuadir de hacerlo.

Las soluciones pragmáticas encaminadas a ahorrar dinero tienen lugar en la organización de eventos y reuniones, pero no en detrimento de la diversión inofensiva; aunque esté creada con humo y espejos.

La Corporación Disney y la ciudad de Las Vegas entienden la importancia de cómo la ilusión contribuye al “factor de bienestar”. No debemos infravalorar la importancia de la teatralidad y debemos aplaudir la necesaria disimulación del sector de hospitalidad. Hoy en día se pueden animar incluso las reuniones de banqueros y corredores de hipotecas en paro con un poco de polvo de duendecillo.

TONY CAREY, CMP, CMM, es escritor premiado y ex miembro de Junta Directiva de MPI International. Para contactar con él envíele un correo electrónico a tonycarey@psilink.co.je o visite su sitio web www.tonycarey.info.

Publicado
18/12/2008